Región Orinoquia
TITANES
Hay revoluciones de todo tipo, como la exitosa revolución educativa de Radio Sutatenza. Todos recuerdan Radio Sutatenza porque dignificó el campesinado colombiano y le llevó durante 47 años educación de calidad. Ese objetivo permanece intacto y con vida gracias a la visión de Kenny Lavacude.
Él está al frente de Las Escuelas Digitales Campesinas, que es la reinvención del modelo educativo de Radio Sutatenza, pero adaptado al siglo XXI y que busca reducir la brecha digital entre el campo y la ciudad.
Claudia les enseña a sus alumnos, que son mayores de sesenta años, a utilizar diferentes dispositivos electrónicos de uso frecuente en los hogares como: tabletas, teléfonos inteligentes, laptops y computadores de escritorio.
Han aprendido a redactar cartas, a hacer las cuentas en calculadora, a enviar fotos a sus familiares y a conectarse con ellos vía Skype y Whatsapp, a la vez que mejora su salud mental, física, emocional y su autoestima.
La fundación de Pilar le ofrece a cada familia un auxilio de transporte para que los niños asistan sin falta a consultas y tratamientos, pero al mismo tiempo les da un soporte nutricional especializado luego de las sesiones de radiación.
Ligia estudió Mecánica Dental y decidió dedicar su vida a los pacientes terminales de cáncer cuando Jairo, uno de sus once hermanos que era profesor, enfermó de cáncer y murió por esa enfermedad. Entonces se encaminó por la ruta de la proyección social.
Cuando llegó el momento de buscar un colegio para Teresita, Ana Helena descubrió que la educación no era incluyente y entonces se lanzó en la búsqueda de padres que como ella quisieran una oportunidad pedagógica para sus hijos.
En una semana, conoció 6 familias y luego fueron 12, y al mes ya tenía una profesora y 15 alumnos.
Su amor por la cultura nació en el Colegio Bolívar en 1987, pero jamás pensó que el haberse graduado como tecnólogo en Panadería y Pastelería, lo iba convertir en profesor de los Padres Capuchinos Terciarios para un programa de resocialización juvenil. “Como era el maestro de panadería, también terminé siendo director de deportes, danzas y claro, de teatro”, dice Fredy
Amparo Mancilla nació en Cartagena respirando arte y cultura desde muy niña. Se hizo actriz y llegó a Bogotá con el sueño de dar rienda suelta a su pasión teatral. Aquí se fue abriendo paso en la escena cultural, pero lo suyo es el trabajo social más que la satisfacción personal.
José López reconstruye la memoria de su pueblo a través de su proyecto artístico, cultura y colectivo 'San Carlos, memoria de sueños y esperanzas' que transforma los lugares que fueron usados como armas de intimidación psicológica y los convierte en obras de arte.
Gladys María Valoyes lleva la música en la sangre y por eso, creó la fundación 'Hijos de Obatalá', para recuperar los valores ancestrales perdidos de las diferentes etnias existentes en Bogotá, como: indígenas, afros, gitanos, etc.
Esta mujer se encarga de enseñarle los bailes típicos de la región a niños y jóvenes del sur de la ciudad para que no tomen malos caminos, además de esto, los ayuda a ser mejores personas.
En las veredas La Chamba y Chipuelo, municipio del Guamo, Tolima, hay un dicho entre sus pobladores, “venimos del barro y vivimos del barro”. Y es que allí en esas dos pequeñas poblaciones, 350 familias derivan su sustento de las minas de arcilla, material refractario con el que elaboran la cerámica negra orgánica.
Y para defender el origen de esa cerámica, Idelfonso Avilés, quien desde muy pequeño aprendió a moldear el barro para convertirlo en vasijas, floreros y otros utensilios, creó en el 2018, La Asociación De Artesanos de La Chamba y Chipuelo (ASOARCHA). El principal objetivo de Idelfonso Avilés, al frente de ASOARCH es defender la cerámica negra de los imitadores.
Cuando apenas Diego tenía un año de vida, Isabel empezó a ver que su hijo tenía comportamientos inadecuados, movimientos repetitivos y conductas disruptivas, características que con el tiempo los médicos terminaron diagnosticando como autismo.
Mientras Diego crecía con esta condición y criaba simultáneamente a su segunda hija, Isabel comenzó a visitar centros de atención para personas en condición buscando alternativas de desarrollo médico y social para el niño. Allí en esos pasillos y salas de espera vio que no era la única mamá con este reto, así que tomó la decisión de convocar a estas mujeres a un grupo en donde sus hijos tuvieran más posibilidades de socialización, educación y por supuesto de inclusión.
En uno de esos cursos no formales y con la intensidad de trabajo terapéutico que adelantaba cada familia, los instructores fortalecieron los talentos de estos chicos a tal nivel que le dieron vida a la orquesta "Sin Límites" un lugar en donde los únicos protagonistas eran justamente ellos.
Andrés Felipe García Chiquito, encontró en su servicio militar, la excusa para llevar el arte a la Octava Brigada del Ejército en Armenia y a los batallones del Eje Cafetero, no quería disparar un arma, y por eso le propuso al comandante de entonces, llevar el muralismo, acompañado de soldados, a escuelas y barrios.
Si pregunta por Andrés Felipe García, a lo mejor nadie dará razón; pero si pregunta por “Felipe Chiquito”, le dirán que es un artista plástico que se tomó en serio el arte comunitario.